Niños que rapean; jóvenes que escriben:"Bajo la bandera del ocio"

Niños que rapean; jóvenes que escriben:"Bajo la bandera del ocio"

por Emilia Macchi
Banda sonora, música de fondo, el famoso "soundtrack": todos tenemos sonidos archivados en los recovecos de nuestra memoria bajo los cuáles nos transportamos a la niñez. Y para los llamados millenials, aquellos que nacieron o crecieron en los años noventa, estas melodías pueden ser diversas. Por un lado, el rap y el hip-hop en Chile entraron por la puerta ancha. Álbumes como "Aerolíneas Makiza" y "Ser humano" dejaron un sello imborrable y motivó la dinámica de improvisar rimas entre amigos y vecinos. De ese modo se mataba el tiempo, se militaba bajo esa bandera del ocio que indica el título. No siempre afloraban las rimas más ocurrentes, pero el solo hecho de arriesgarse a hacer el ridículo ya hacía que el juego valiera la pena:
 
"Tomaban
las palabras de los textos escolares 
del Estado y con la voz más
clara que permitían sus bocas
moldearon el aire. No había
vergüenza, solo agitación y las
manos y las cabezas arriba abajo
arriba abajo."
 
El poemario demuestra una continuidad infalible: la persona protagonista, ayer, calculaba en tiempo récord cómo distribuir las sílabas y pronunciarse en el beat preciso para ganar el respeto de los demás, mientras que hoy, decide contarte un relato en verso. Dos formas distintas, pero muy cercanas, de manipular las palabras.
 
Además, la lectura no es solo gentil y transparente porque se está desenvolviendo un relato, si no que el imaginario del rap entrega musicalidad. O sea, ¿cómo no darle ritmo a versos cómo estos?:
 
"Antes o después del baby
te ibas de cabeza a alguna tocata. Los
invitados especiales de Santiago levantaban
sus micrófonos «si yo digo rap tú dices      chileno»
rap      chileno
rap      chileno"
 
El segundo gran soundtrack que se va mostrando en el texto es el taladreo de las construcciones, que avanzaban a medida que las ciudades fueron volviéndose más áridas, altas y grises. Todo ello acompañado de los comentarios de personas mayores, que, por fin en democracia, especulaban sobre la economía nacional y la gran promesa del "jaguar de Latinoamérica". A medida que los personajes niños van afinando el oído de las rimas, pareciera que van atribuyéndole el significado del mundo que los rodea. Las falsas garantías de la sociedad, la oscuridad que los adultos llevan consigo inexorablemente, y las tragedias que se asoman entre los susurros y rumores en los pasajes.
 
"Bajo la bandera del ocio" es un libro que añora otra época. Así como la niñez, los noventa quizás fueron años donde se permitió vivir con un poco más de esperanza. La perspectiva intergeneracional también nos hace pensar en un hablante que ya cumplió la edad que sus padres tenían cuando lo tuvieron, expresando así ternura y una gratitud con tintes de madurez resignada.
Una lectura amable y triste. Ideal para personas nostálgicas y, considerando su facilidad rítmica y 'narrativa', es tanto para lectores de prosa como de verso.
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