Eclesiastes Diogenes Montaigne
Eclesiastes Diogenes Montaigne
Juan Rivano
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Hay acido corrosivo en estas paginas, solo que mexcladas con dosis de ternura y conmiseracion. Rivano escribe del Eclesiastes, Diogenes y Montaigne, pero, al mismo tiempo habla de si mismo. Los convoca la misma incapacidad para bailar al son de las ilusiones. No predican, no levantan cartas astrales, no tienen escrituras sagradas, no despliegan eufemismos. Comparten una lucidez que tiene el filo de la navaja de Ockham: si han decidido no correr mas tras alguna quimera, no se sienten por ello excusados para no denunciar el lado oscuro para no identificar y señalar las mentiras arropadas de pensamiento correcto, las trampas y las imposturas con las que se tropiezan todo el tiempo los hijos e hijas de la seleccion natural.
