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Juan Radrigán. Teatro I

Juan Radrigán. Teatro I

Juan Radrigán

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Este volumen reúne tres obras que surcan la muerte. En Amores de cantina un grupo de hombres y mujeres intenta afrontar su desolación a través del alcohol y las canciones, pero los recuerdos de amores crueles los carcomen y atormentan. ¿Están vivos o muertos quienes han convertido su vida en una repetición del dolor? Las tinieblas, entonces, se extienden sobre los desencantados que apenas sobreviven. Es precisamente esto lo que les ocurre a los tres personajes de Informe para nadie. Luego de una hecatombe que acabó con la civilización, Isidro, Eloísa y Martín discuten si vale o no la pena perpetuar a la especie humana. Solos, inmersos en la oscuridad y cobijados por un manzano, se alimentan día tras día del fruto de la discordia. “¿Dónde está Dios para que nos perdone o acabe con nosotros?”, se preguntan. Al parecer Él nunca estuvo, o tal vez renunció para volver a su origen: el caos y la nada. Entonces no hay tregua para los vivos ni para los muertos. Si hasta podrían desalojarlos de sus tumbas –tal como sucede en Ceremonial del macho cabrío– y condenarlos a una eternidad ambulante por los patios de algún cementerio, o arrojarlos al hueserío, que es la aniquilación total. ¿Y la salvación prometida? Frente al clamor de un puñado de muertos confundidos adviene un nuevo Cristo. Él deberá debatirse entre guiar o no a su pueblo hacia un Dios que hace rato decidió no saber nada más del mundo. En el teatro de Juan Radrigán habitan la marginalidad y el despojo, pero no el abatimiento. El lenguaje del autor, embebido del habla cotidiana de los chilenos, crea realidades y personajes conmovedores, pendulares entre la risa y la pena, que nos recuerdan que la vida se puede construir y destruir a carcajadas o lamentaciones. Cada uno elige. Es así como estas tres obras no tienen como destino la rendición, sino el alzamiento: pese a todo estamos vivos, entonces recojamos y carguemos nuestros leños, para luego encender y avivar los fuegos.

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