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Naturaleza De Las Cosas

Naturaleza De Las Cosas

Lucrecio

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En el ambito de la literatura latina antigua el poema ?La naturaleza de las cosas? constituye sin lugar a dudas una obra verdaderamente singular: primero porque se trata de una composicion de lo que se ha denominado «epica cienti­fica», y en segundo lugar porque por su contenido conforma la exposicion mas completa de todo un sistema fi­sico-filosofico. En ella, Lucrecio (ca. 98-ca. 55 a.C.), quien se proclama disci­pulo de Epicuro, expone ... Ver mas Ocultar En el ambito de la literatura latina antigua el poema ?La naturaleza de las cosas? constituye sin lugar a dudas una obra verdaderamente singular: primero porque se trata de una composicion de lo que se ha denominado «epica cienti­fica», y en segundo lugar porque por su contenido conforma la exposicion mas completa de todo un sistema fi­sico-filosofico. En ella, Lucrecio (ca. 98-ca. 55 a.C.), quien se proclama disci­pulo de Epicuro, expone las teori­as fi­sicas con el asociadas y defiende la idea de que el mundo y todo cuanto en el se contiene es pura materia regida por unas leyes mecanicistas que gobiernan los movimientos de esas minusculas parti­culas llamadas «atomos». Admirado por figuras como Voltaire, Goethe o Leopardi, la obra alcanza asimismo en numerosos pasajes cotas de sublime inspiracion poetica. Traduccion e introduccion de Miguel Castillo Bejarano En el ambito de la literatura latina antigua el poema ?La naturaleza de las cosas? constituye sin lugar a dudas una obra verdaderamente singular: primero porque se trata de una composicion de lo que se ha denominado «epica cienti­fica», y en segundo lugar porque por su contenido conforma la exposicion mas completa de todo un sistema fi­sico-filosofico. En ella, Lucrecio (ca. 98-ca. 55 a.C.), quien se proclama disci­pulo de Epicuro, expone las teori­as fi­sicas con el asociadas y defiende la idea de que el mundo y todo cuanto en el se contiene es pura materia regida por unas leyes mecanicistas que gobiernan los movimientos de esas minusculas parti­culas llamadas «atomos». Admirado por figuras como Voltaire, Goethe o Leopardi, la obra alcanza asimismo en numerosos pasajes cotas de sublime inspiracion poetica. Traduccion e introduccion de Miguel Castillo Bejarano.

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