Nube y la piedra. La

«El pacto entre las nubes y las piedras no tiene escritura, ni imagen, ni sonido».

Bajo el clima de una radiación que carcome una contemporaneidad geológica, la propuesta poética de La nube y la piedra aparece como un intento de anudar o conciliar opuestos como inteligencia y crueldad, exterminio y revelación, en torno al desborde constructivo del logos.El autor pone atención a una diversidad de percepciones-proceso que parece acompañar a una corriente antiquísima, siguiendo un impulso de redescubrir lo olvidado. En dicha corriente, la experiencia es desenfocada o reenfocada a través de viejos relatos y símbolos, entre los que destacan figuras ominosas de lo femenino, como Medusa:

«Qué hago ahora con esa piedra de regalo¿Agradecer/maldecir? Le escribo al aire».Los materiales de lo que llamamos naturaleza ceden a líneas de escritura por una técnica donde «la sinrazón acumulada va tallando»; pero dicho impulso también reconoce la «máscara de grietas», el enigma hecho de sílabas, cifras y fábulas, donde «cada uno resbala a lo que es y lo que era», pasaje de sentido entre solidez y evanescencia.