Nuestra propia reina de película
Nuestra propia reina de película
Zelda Fitzgerald
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Los 10 cuentos que componen esta recopilación dan cuenta del talento narrativo de Zelda Fitzgerald, quien en vida vio su obra opacada por la de su esposo, el escritor F. Scott Fitzgerald. En ellos se muestra la vida de mujeres que, en las primeras décadas del siglo XX, itineran por la efervescente escena cultural parisina y estadounidense. Mujeres que prefieren trabajar a contraer matrimonio; actrices asertivas y resilientes; chicas que deben hacerse cargo de cuidar a sus padres y hermanos; mujeres bellas, exitosas y melancólicas; flappers excesivas en una sociedad en que los derechos de la mujer comenzaban a ser exigidos.
«Hay en las mujeres de estos relatos algo ligero y salvaje. Amor a la vida que se manifiesta en un desapego tan perfecto como sus melenas. Zelda Fitzgerald sabe que una vez que se decide caminar por el borde de una noche de fiesta o de una época es mejor hacerlo con aire despreocupado. El equilibrio y la precaución, en la biografía y en la trama, ha demostrado ser para otros. La vida parece decirnos es una absurda y a ratos divertida tragedia.
Un fragmento se suma al siguiente y no hay tiempo de hacerlos calzar: mascotas que opinan sobre el improbable éxito de sus dueñas; chicas que brotan del vapor de la leche caliente y sueñan con protagonizar una película; cantantes de jazz que, por propia voluntad, se dirigen, sonrientes, al desastre. Los crepúsculos eran maravillosos, justo después de la guerra, dice uno de los personajes. Y es en el espacio que queda entre esa frase y la siguiente, donde por fin notamos que estos relatos no reconocen categorías ni dualidades: el centro del caos es un lugar oscuro y lleno de luces encendidas».
María José Ferrada
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